jueves, 19 de diciembre de 2013

GUADARRAMA y ANDANZAS SERRANAS, dos libros sobre la Sierra resucitados.

LIBROS


Hoy traigo al blog dos pequeños libros, uno de principios del siglo XX y el otro de finales del XIX, que han sido "resucitados"  en edición facsímil por la editorial Maxtor, una editorial que se ha especializado en este tipo de ediciones que, aunque no tengan la calidad que quisiéramos, sí son muy económicas y ponen a nuestra disposición obras muy curiosas que de otra manera serían imposibles de conseguir, tanto por precio como por no ser editadas.
ANDANZAS SERRANAS (por Somosierra y Guadarrama), Enrique de Mesa. Edición original: Madrid, Biblioteca Renacimiento. V. Prieto y Comp.ª, Editores. 1910. Edición facsímil por la editorial MAXTOR, 2008.
Pequeño formato, 83 páginas.
Enrique de Mesa, el llamado poeta de la Sierra de la generación del 98 y uno de los doce que fundaron la Agrupación Peñalara (y la revista del mismo nombre), dedica su libro "... a las benditas piedras viejas de la Cartuja del Paular" donde pasó un tiempo retirado y escribió otra de sus obras, "El Silencio de la Cartuja". 

A lo largo de catorce breves capítulos entremezcla los relatos de sus paseos serranos (Buitrago, Manzanares, Peñalara, Laguna de los Pájaros... ) con historias contadas por las gentes del lugar, quien sabe si reales o imaginarias, como las cuartillas que dice encontrar en una de las celdas del monasterio. Es muy bonito leer la descripción de las excursiones por lugares donde no había caminos y lo que observa desde diferentes cumbres y puertos de la Sierra.
Nos damos cuenta que entonces eran las voces de los pastores y las esquilas de sus cabras, que no de ganado vacuno ni de excursionistas, lo que se oía en Guadarrama. Pone en boca de un zagal una de las muchas versiones del "romance de la loba parda" y en los labios de un serrano viejo la frase: "¡antes eran las nevadas más fuertes y los lobos más feroces!"... ¡plena actualidad!

GUADARRAMA, Luis de León. Edición original: Crónica de los Pueblos de la provincia de Madrid. 1891. Edición facsímil por la editorial MAXTOR, 2008.
Pequeño formato, 105 páginas y un mapa de la provincia de Madrid donde apenas pueden leerse los nombres de algunos pueblos.
Se trata de una descripción del Pueblo de Guadarrama, de su historia, población, fauna y flora, recursos económicos y fiestas locales incluyendo un curioso capítulo sobre los cambios que pudieran realizarse para mejorarlo.
Resulta curioso como el autor, maestro del pueblo, no pierde ocasión para señalar lo deficiente de su casa, peor que la de la maestra de las niñas, y señalar que se ofrece para ayudar a solicitar la subvención para construir nuevos edificios escuela y casa de maestros. Es la visión de un pueblo de finales del siglo XIX que pierde parte de su economía basada en el paso de carretas y diligencias al atravesar la Sierra por el puerto, debido al ferrocarril, y se replantea la agricultura y hasta el ser destino de los veraneantes procedentes de Madrid.

Para ver más libros ir a la página pinchando AQUÍ.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Vídeo. Señales olorosas de los topillos nivales

INVESTIGACIÓN
La semana pasada veíamos las huellas en la nieve de algunas especies de mamíferos muy sencillas de identificar. Hoy vamos a mostrar otras muy fáciles de ver, pero más complicadas de interpretar. Las del topillo nival. De hecho, si pude identificar estas de la foto es gracias a que vi a su protagonista corriendo entre un matorral y otro, con su rabillo levantado como el trole de un tranvía.
Los topillos son capaces de hacer túneles por debajo de la capa de hierba para desplazarse sin ser vistos por los depredadores y, cuando la nevada es más espesa que la de estas semanas pasadas, también circulan por galerías bajo la nieve. Esto no les vale de mucho ante los inteligentes zorros, que son capaces de descubrirlos por el oído y saltar sobre ellos atrapándolos con las patas delanteras contra el suelo.
Pero lo que hoy traemos al blog es otro aspecto de la vida de los topillos nivales, sus señales olorosas, que han sido estudiadas por los científicos del Museo en El Ventorrillo y dado a conocer por la Sociedad Española de Etología en uno de los capítulos de su excelente serie sobre comportamiento animal.




Los topillos nivales son unos interesantes roedores de montaña, con un área de distribución bastante restringida y muy importantes en el ecosistema entre otras razones por ser presa de carnívoros, serpientes y rapaces diurnas y nocturnas. Aunque para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza su categoría es de Preocupación Menor, sus poblaciones al estar en zonas montañosas, son sensibles al aislamiento y extinción local. De hecho, en Andalucía, las poblaciones de Sierra Nevada, se consideran En Peligro de Extinción y muy vulnerables al cambio climático.

Además, parece que hay una estrecha relación entre los topillos y las quitameriendas, Merendera montana, una flor muy conocida por los excursionistas serranos. De ello se habla en este enlace.

Topillo nival, Chionomys nivalis Martins, 1842.

Subfamilia: Arvicolinae
Familia: Cricetidae
Orden: Rodentia

Más estudios de los autores sobre el topillo nival:

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J.Luque-Lanrena, (2006). Organización social y comunicación química del topillo nival. Quercus 248: 37-41. 

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2004). Spacing behavior and morphology predict promiscuous mating strategies in the rock-dwelling snow vole, Chionomys nivalis. Canadian Journal of Zoology, 82: 1051-1060.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2003). Male dominance and female chemosensory preferences in the rock-dwelling snow vole. Behaviour 140: 665-681.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2002). Responses of snow voles, Chionomys nivalis, towards conspecific cues reflect social organization during over-wintering periods. Ethology 108: 947-959.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2002). Levels of social tolerance between snow voles Chionomys nivalis, during over-wintering periods. Acta Theriologica, 47: 163-173.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2002). Relative dominance affects use of scent-marked areas in male snow voles Chionomys nivalis. Ethology 108: 273-285.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2002). Microhabitat use by the snow vole Chionomys nivalis in alpine environments reflects rock-dwelling preferences. Canadian Journal of Zoology 80: 36-41.

Luque-Larena, J. J., López, P. & Gosálbez, J. (2001). Scent matching modulates space use and agonistic behaviour between male snow voles Chionomys nivalis. Animal Behaviour 62: 1089-1095.

Luque-Larena, J. J. & Gosálbez, J. (2007). Chionomys nivalis (Martins, 1842) Topillo nival, pp.410-412. In: Atlas y Libro Rojo de mamíferos terrestres de España.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Leyendo huellas en la nieve

CUADERNO DE CAMPO
La nieve es un regalo para el monte. Y también para los naturalistas porque abre nuevas posibilidades de observación, además de la posibilidad de saber algo de los mamíferos, que normalmente permanecen ocultos a nuestros ojos. Muchos de ellos son de hábitos nocturnos, bien de manera natural o porque la presencia de gente les obliga a permanecer escondidos durante el día. 
La nieve, en la primera hora de la mañana, nos brinda una ocasión de oro para leer el folio en blanco en que se ha convertido el suelo. Las andanzas del raposo, la ardilla o del jabalí no están escritas con tinta, sino en relieve, como misteriosas runas, y generalmente duran poco, nuevas nevadas, el sol, el viento y otros paseantes no tardan en borrarlas si somos perezosos.
Hoy vamos a mostrar algunas de las más fáciles de encontrar e identificar.

Rastro de ardilla, Sciurus vulgaris.
Una cautelosa ardilla paseó por la parte superior de este muro, a saltitos, como tienen por costumbre, dejando las huellas de las patas traseras por delante de las delanteras. En el suelo las ardillas van saltando como los niños que juegan a pídola y así dejan sus huellas.
Huellas de ardilla, Sciurus vulgaris

El raposo ha cruzado la carretera y ha dejado sobre el asfalto la impronta de su desplazamiento. Es curioso que parece que los zorros anduviesen con el cuerpo torcido porque sus rastros siempre tienen una curiosa inclinación. Es un efecto producido por las patas de detrás al casi solaparse con las huellas de las de delante. También podemos ver que cuando van hacia abajo las huellas están más separadas que cuando suben una cuesta, como en este caso.

Rastro de zorro, Vulpes vulpes.
Esta es su huella, que nos resulta más fácil de leer porque la capa de nieve es fina y queda marcada contra el negro suelo. A la izquierda una pata delantera y a la derecha la pata trasera, algo más alargada.
Huellas de zorro, Vulpes vulpes.
La huella del zorro puede ser confundida con la de un perro de talla mediana o pequeña, pero hay un truco para no equivocarse. En el dibujo, un poco exagerado para remarcarlo, la línea roja señala que la marca de las almohadillas de los dedos centrales están claramente por delante de los exteriores. En los perros las huellas de los dedos externos quedan más adelantados y no se puede trazar esa línea sin pasar por encima de ellas.
Otro rastro que puede identificarse fácilmente, aunque en zonas bastante más altas, es el de la cabra montés, con las fuertes pezuñas bien marcadas, afiladas como un piolet para sujetarse a las rocas.
Rastro de cabra montés, Capra pyrenaica.

Huella de cabra montés, Capra pyrenaica.

No siempre es fácil saber a qué animal corresponden las huellas. La fusión de la nieve, el que sea más blanda, reciente o casi congelada, hace variar su tamaño e incluso su forma. Esas patitas del lado izquierdo de la foto igual pueden ser de comadreja que de algún otro animal.
Huellas en la nieve de varios días.
Sin embargo, las hay inconfundibles, como la del jabalí, que además de dejar bien marcadas las pezuñas delanteras, marca en los suelos blandos las uñas de los dedos traseros.
Huella de jabalí, Sus scrofa.

También las aves dejan sus huellas características, pero habiendo tantas especies de tamaño parecido, a veces es difícil saber a cual pertenece un rastro si no las hemos visto antes desde la distancia. Nos puede ayudar un poco conocer las especies más características de la zona en cuestión y su forma de andar. Por ejemplo, en la siguiente foto se ve el rastro de una urraca, que no se desplaza a saltos, como otros pájaros, sino andando, y además metiendo un poco las patas hacia adentro. Fácilmente te la imaginas moviendo la cabeza a un lado y a otro observando en entorno con su inteligente mirada, paso a paso.

Rastro de urraca, Pica pica.

Pero las huellas no solo nos muestran la forma de andar de los animales, también algunos aspectos de su comportamiento. En la foto anterior el momento de posarse, con las dos patas juntas y luego como se pone a andar y cómo se echó a volar, donde termina bruscamente. También podemos ver si van solos o acompañados o, como en el siguiente ejemplo, dónde buscan su alimento. 
Rastros de estorninos negros, Sturnus unicolor.
Un grupo de estorninos negros han estado hurgando en una boñiga de vaca enterrada en la nieve. Posiblemente buscaban semillas e insectos. Es curioso que en otros momentos del año estos excrementos no son tan atendidos, pero el invierno es largo y duro, y hay que aprovechar los recursos al máximo.